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‘Este año sí: ¡voy a aprovechar mis horas de gimnasio!’
LA TRUFA
Ya estamos en Noviembre, el mes en
el que empieza la temporada de la trufa,
este delicioso hongo que vive asociado
a las raíces de ciertos árboles de hoja
caduca como la encina, el roble, el
castaño y el nogal.
En Europa se conocen más de 20
especies de trufas, aunque sólo unas
pocas tienen valor culinario. Las trufas
pasan toda su vida bajo tierra, y tienen
que ser comidas por algún animal para
poder reproducirse.
La historia de la trufa se remonta al
antiguo Egipto, donde eran muy
apreciadas y las comían rebozadas
en grasa o en papillote. Las civilizacio-
nes griega y romana les atribuían virtu-
des afrodisíacas, más que gastronómi-
cas. Fue en la Edad Media cuando la
trufa conoció sus peores momentos ya que era vista como una manifestación del diablo, debido a su aspecto. Volvió a resurgir en en Renacimiento, para sufrir otro eclipse después, y ya fue en el siglo XVIII cuando pasó a ser un objeto de gran lujo y sólo se encontraba en las mesas de familias poderosas. Se buscaban, localizaban y cosechaban las trufas con la ayuda de perros y cerdos. Actualmente se adiestran perros para su búsqueda, pues a diferencia de los cerdos, no se las comen.
La trufa más recolectada en España y la de mayor valor comercial que tenemos es la “Tuber Melanosporum”, o mejor dicho “Trufa Negra de Invierno”. Su equivalente en Francia es la “Truffe du Périgord” y en Italia “Tartufo nero pregiato”. La podemos encontrar fresca todo el invierno, desde mediados de Noviembre hasta mediados de Marzo.
La trufa es muy apreciada por su intenso y exclusivo aroma, que da un sabor inigualable
a los platos que la llevan. Una trufa del tamaño de una nuez, podría inundar toda una habitación con su aroma durante días.
Debido a su escasez, el precio de la trufa es siempre demasiado alto. Se calcula que la demanda es 10 veces superior a la oferta. Las trufas silvestres están desapareciendo,
y las que se han conseguido cultivar no han conseguido abaratar los precios
La trufa negra fresca es un producto perecedero, pero aguanta perfectamente hasta 8 o 10 días una vez extraída de la tierra.
La conservaremos en el frigorífico
dentro de un recipiente hermético y
con un paño o papel absorbente que
las envuelva, que cambiaremos cada
dos días. Congeladas duran 10 meses.
Las trufas hay que lavarlas en agua
bajo el grifo justo antes de utilizarlas,
nunca antes ya que se acorta su
duración. En el mercado podemos
encontrar cepillos especiales para este fin, aunque también podemos usar un cepillo dental. Limpiaremos bien todos los pliegues y huecos, eliminando cualquier parte dañada o con posibles larvas. Secar con papel absorbente.
Las trufas, hoy en día, se siguen considerando como un alimento de gran poder afrodisíaco para algunos, y como el aromatizante por excelencia para condimentar o aromatizar una gran variedad de platos exquisitos, y para darles un toque de distinción personal.



RECETA - Huevos Trufados
Ingredientes:
1 trufa fresca Tuber Melanosporum,
6 huevos
Elaboración:
Para trufar los huevos:
Poner la trufa en un recipiente hermético con
6 huevos.
Cerrar bien el recipiente y esperar como mínimo
48 horas.
Una vez trufados, freírlos normalmente
o hacer una tortilla, si se desea rallar trufa
por encima al acabar el plato.
El arroz y la harina se aromatizan con el mismo
procedimiento que los huevos.

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